Por qué lo hacemos
La Primera Infancia o Infancia Temprana
Entendemos a primera infancia o infancia temprana (IT) al período comprendido desde el el nacimiento hasta los 3 años de vida, comúnmente conocido como período “0 a 3”. El espacio de la IT conforma un lugar clave en la vida de las personas. Es durante ese período en el cual se van modelando las funciones biológicas y psicosociales que irán definiendo las características y trayectorias hacia la vida adulta.
Los primeros años de la vida son la base para el desarrollo y la salud a lo largo de todo el ciclo vital de las personas. El afecto, la nutrición, las oportunidades de aprendizaje que recibe un niño o una niña en sus primeros años, forman el núcleo de sus capacidades para aprender, amar, y contribuir a su inclusión social.
Publicaciones recientes han confirmado que los primeros cinco años son determinantes para el desarrollo del cerebro, y que los tres primeros son los más críticos para definir la arquitectura cerebral. Las experiencias tempranas son la base de la organización y el funcionamiento del cerebro a lo largo de toda la vida, y repercuten directamente sobre la capacidad de aprendizaje y el desarrollo de las aptitudes sociales y emocionales del niño. Hoy está demostrado que el desarrollo depende de la interacción entre factores genéticos y el medio ambiente. Tanto el cuidado como la nutrición temprana tienen un impacto decisivo y duradero sobre el desarrollo. Además el cerebro humano tiene una gran plasticidad, y en los períodos de mayor plasticidad, ciertas experiencias negativas o la ausencia de cuidados adecuados tendrán efectos serios y permanentes, constituyéndose en períodos de mayor riesgo o vulnerabilidad.
Las inequidades en la infancia, como la pobreza, tienen un carácter intergeneracional. Existen acciones tendientes a romper este ciclo de reproducción de la inequidad y la pobreza. En este sentido, aquellas intervenciones que promuevan el desarrollo integral en la primera infancia poseerán un alto impacto en la reducción de las inequidades tempranas de la vida, y asegurarán un desarrollo inclusivo de las personas. La inversión en los primeros años proporciona una de las mayores posibilidades de reducir estas inequidades mediante el despliegue de las máximas capacidades de todo ser humano, con tasas de retorno varias veces superior al costo de la inversión original.
Las políticas públicas deben basarse en un enfoque integral que coordinen acciones a diferentes niveles, con el objetivo de mejorar: a) la calidad del cuidado familiar, b) el acceso de las familias a recursos, conocimientos, participación y servicios básicos de calidad; c) el apoyo de la comunidad y las instituciones a las familias.
Hay tres factores asociados a que niños y niñas menores de 5 años no alcancen su mayor potencial para el desarrollo: pobreza, deficiencias nutricionales y oportunidades de aprendizaje inadecuadas.
Para garantizar un desarrollo integral, es necesario invertir en la primera infancia. Invertir en la primera infancia y abordar la inequidad desde su origen, por su importancia como determinante social de la salud, la comunidad y la sociedad, es consistente con la ética del desarrollo, el conocimiento científico y la discusión de políticas sociales tanto a nivel provincial como nacional.
Cuatro argumentos son usados comúnmente para justificar la inversión en los niños. Primero, el argumento legal es que la Convención sobre los derechos del niño es vinculante para los estados miembros que la ratificaron en el territorio nacional contamos con la ley de promoción y protección de niños, niñas y adolescente número 23… y a nivel provincial la ley 13298 Compromete al estado a usar ‘hasta el máximo de los recursos de que dispongan’ para asegurar la realización progresiva de los derechos de los niños. Segundo, el argumento ético es que todos los niños y niñas tienen derechos económicos y sociales fundamentales, sin discriminación alguna. Es moralmente inaceptable convertir a los niños en víctimas de los errores cometidos por los adultos en la política y/o en la formulación de políticas. Tercero, el argumento económico es que los niños y niñas que tengan un buen comienzo en la vida crecerán para ser adultos productivos que contribuyen a la prosperidad económica, rompiendo así el circulo de la pobreza. El éxito de los países industrializados de hoy es el resultado de la inversión en los niños en el transcurso de períodos económicos buenos y malos. Por último, el argumento político se basa en la opinión de que la pobreza reduce las oportunidades de participación y democracia genuina en la sociedad. La inversión en los niños y niñas es un instrumento clave para mejorar la cohesión social.
Aquellos países y regiones del mundo que han logrado cambios en sus modelos de desarrollo social, lo han hecho a partir del reconocimiento de la infancia como un colectivo significativo tanto por su valor presente como futuro. La mayor inversión en políticas de infancia trae aparejado mejores resultados en materia de salud, educación, cohesión social, reducción de la inequidad y la pobreza, como así también reducción de muchos de los problemas que acontecen por la falta de oportunidades de inclusión temprana.
Argentina se encuentra en un momento clave de su historia, caracterizado por un mejoramiento de su posicionamiento político y económico que es considerado por otros países como un modelo a emular. Parte de este reconocimiento radica en la fuerte convicción de los gobiernos nacional y provincial, por fomentar las políticas que promuevan mayor justicia e inclusión social.
Por otra parte, nuestro país está progresivamente dominando dos flagelos que la condicionaron históricamente: la mortalidad y la desnutrición infantil. La primera se encuentra en permanente descenso con avances variables de acuerdo a la geografía, y la segunda, ha pasado a conformar un nuevo escenario sanitario en donde la desnutrición aguda ha dejado de ser un problema de salud pública, siendo desplazada por la desnutrición crónica, la obesidad y la deficiencia de micronutrientes. Todos estos problemas son de largo aliento y están condicionados por factores estructurales en los que el desarrollo temprano y las condiciones de vida son sus más fuertes determinantes.
En este contexto, la Provincia de Buenos Aires se encuentra frente al desafío de reconocer que está frente a una ventana de oportunidad que permita profundizar los esfuerzos que se vienen haciendo desde el Estado provincial y proponer una agenda que instale a la niñez como eje de sus políticas públicas.
En el foro de primera infancia se abordan dos aspectos a destacar: primero lo planteado en relación a poner a la primera infancia en la agenda política por la trascendencia que tiene este período de la vida para la construcción de una sociedad equitativa, pero además intenta promover una práctica de toma de decisiones en política informada por la evidencia. Promueve entonces un ejercicio de debate discusión para la toma de decisiones pero también el ejercicio del monitoreo y la evaluación de las acciones realizadas para alcanzar los objetivos planteados.
La Provincia de Buenos Aires realiza una importante inversión en programas y planes que alcanzan a la infancia, pero los mismos se encuentran desarticulados y no se ha alcanzado la intersectorialidad. Para alcanzar los objetivos es necesario, pensar políticas integrales que tengan abordaje en el corto, mediano y largo plazo.