Quiero comenzar apelando a la memoria colectiva de ustedes, reflexionemos como eran nuestros padres respecto a los límites que nos ponían en nuestra infancia.
Casi todos, seguramente podremos recordar, alguna vez que nos mandamos una macana grande, no sólo el reto recibido, sino tal vez la fuerte reprimenda que nos tocó padecer por parte de nuestros progenitores. A ninguno de nosotros por esto, se nos ocurriría no quererlos, ni realizar ninguna otra acción que no sea tratar de mejorar nuestro comportamiento, y no repetir la conducta que originó el suceso.
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